¿Son ambientalmente sostenibles los portafolios de las AFP en Colombia?

Un ejercicio de estrés muestra que en los portafolios de acciones y bonos corporativos están potencialmente expuestos a los riesgos de transición.

Las pruebas de estrés practicadas no constituyen ejercicios de proyección ni del regulador ni de 2DII.
24 de septiembre, 2021 | 07:00 AM

Bogotá — La tendencia global en el mundo le apunta a las inversiones atadas a criterios de sostenibilidad, ambiente y de gobierno corporativo. Sin embargo, el éxito de dichas inversiones, en parte, depende de la forma en que se realicen, no sólo para la estructuración de los portafolios, sino para evitar que dichos cambios generen impactos adversos sobre los sistemas financieros de los países.

La Superintendencia Financiera de Colombia (SFC) se unió con 2 Degrees Investing Initiative (2DII) en 2019 para construir conocimiento conjuntamente con la industria sobre las metodologías para identificar la exposición de los portafolios de inversión a riesgos de transición.

La Súper viene trabajando en una estrategia de reverdecimiento del sistema financiero, identificamos que entre esta está la taxonomía que se lanzó esta semana y ahí también están las que llamamos herramientas de supervisión para explorar y cuantificar el impacto del cambio climático en el sistema financiero”, le explicó a Bloomberg Línea el superintendente Financiero, Jorge Castaño..

2DII desarrolló dos tipos de análisis a los portafolios de pensiones administrados por las 4 Administradoras de fondos de pensiones y cesantía (AFP): aplicó la metodología Paris Agreement Capital Transition Assessment (PACTA) , que evalúa la alineación de los portafolios de acciones y bonos corporativos, y realizó una prueba de estrés climático.

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“Con las AFP, aplicamos dos herramientas de la mano de 2 Degrees Investment Initiatve. Una el estrés test, y la otra la herramienta de alineación a los 2 grados centígrados, que es la meta del acuerdo de París. Lo que miran ahí es qué tan alineados están los portafolios a esta meta de acuerdo a las exposiciones que tienen a ciertas empresas en sectores sensibles y cuáles son los planes de producción de esas empresas y, a partir de eso, definen qué tan alineados están con los 2 grados centígrados”, agregó Castaño.

Estos ejercicios constituyen uno de los primeros pasos en los esfuerzos para identificar y medir la exposición de las AFP a los riesgos climáticos; así como un análisis exploratorio que permite entender la exposición potencial de los portafolios de esta industria a los riesgos que surjan de una transición energética disruptiva e identificar las posibles alternativas para mitigarlos.

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Enfatiza la SuperFinanciera en que, en esa medida, el ejercicio tiene un carácter pedagógico que permite identificar una serie de recomendaciones para mejorar la gestión de los riesgos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) en esta industria.

El portafolio de inversiones analizado parte de los datos de supervisión publicados en la página web de la Sùper para las cuatro AFP y asciende aproximadamente a US$89.400 millones.

¿Qué midieron en los protafolios?

El análisis se centró en dos portafolios: el de acciones y el de bonos corporativos, que corresponden respectivamente al 33.8% y 5.7% del total de activos analizados.

Estas clases de activos son clave porque, por un lado, ofrecen un margen de maniobra a los inversionistas para implementar diferentes acciones de mitigación de riesgos con los emisores, y por el otro, porque representan aproximadamente el 82% de todos los activos que se invierten en empresas.

Para el análisis de estos portafolios, 2DII identificó siete sectores, considerados los más relevantes para los riesgos de transición dado que, representan entre el 70% y el 90% de las emisiones indirectas de todos los sectores que participan en los mercados de capitales.

Estos cubren el 19% del portafolio de acciones y el 31% del portafolio de bonos corporativos, alcanzando una participación considerable del portafolio total (8,1% del total de activos bajo gestión – ABG – de los portafolios analizados de las AFP).

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“Los supervisores alrededor del mundo hemos comenzado a reconocer que el cambio climático tiene un impacto en la estabilidad de las entidades y del sistema como tal”, indicó Castaño.

Este es un ejercicio prospectivo a cinco años, bottomup, que usa información relacionada con los planes de producción de las empresas en las que se invierte e identifica si están o no abordando la adaptación y mitigación del cambio climático.

Castaño manifestó que hay dos tipos de impactos que se miden, “los físicos, que son el impacto directo del cambio climático, el aumento y la intensidad de eventos asociados al cambio de temperatura como lo pueden ser las inundaciones el aumento del nivel del mar, las sequías, todo eso se empieza a reconocer que comienza a tener canales de transmisión a los riesgos financieros tradicionales. Por ejemplo, como las lluvias, que pueden ser el impacto físico más importante en Colombia, y ver cómo esto puede afectar el riesgo de crédito, y los activos y actividades a los que está expuesto el sistema financiero”.

“El otro tiene que ver con las respuestas al cambio climático desde los gobiernos, con políticas climáticas como puede ser un impuesto al carbono con el fin de cambiar hábitos. Un impuesto al carbono desorganizado puede traer riesgos, por eso los reguladores hemos insistido es que la transición debe ser gradual”, complementó el superintendente Financiero.

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En ese sentido, una desalineación indica una potencial exposición a riesgos en caso de que se produzca una transición disruptiva, es decir, en caso de un cambio rápido y desordenado de una economía alta en carbono a una baja en carbono.

Hay dos ejercicios, uno con bancos, y otro con fondos de pensiones. Es informativo y exploratorio para identificar qué se debe hacer localmente y cómo se debe implementar esto para poder implementar estos ejercicios en el marco de supervisión”.

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“los supervisores alrededor del mundo hemos comenzado a reconocer que el cambio climático tiene un impacto en la estabilidad de las entidades y del sistema como tal”.

Los resultados

Primero, la SuperFinanciera advierte que las pruebas de estrés plantean escenarios desfavorablemente extremos, que han sido diseñados de forma intencional, con el fin de medir la sensibilidad de determinadas variables al comportamiento de aquellas sobre las que se hacen los supuestos, de manera tal que sus resultados no constituyen un ejercicio de predicción o proyección.

En este caso, la evaluación se basa en un escenario climático hipotético desfavorable, descrito como «tardío y repentino», que asume una falta de acción política, seguida en 2030, de un periodo de medidas drásticas de los gobiernos para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.

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La prueba cubre tres sectores: producción de combustibles fósiles, generación de energía y producción automotriz. Estos representan el 57.6% y el 87.5% de los portafolios de acciones y de bonos corporativos cubiertos por la metodología y el 5.2% del portafolio total de las AFP.

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A nivel agregado, habría una eventual pérdida de valor neta en el caso de las acciones de US$ 930 millones, lo que corresponde al 3.09% del portafolio (que supera los US$30 mil millones).

Esta pérdida equivaldría al 30% de la exposición a los sectores analizados (combustibles fósiles, generación de energía y producción automotriz).

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En el caso del portafolio de bonos corporativos, se presentaría una ganancia de valor neta de US$14 millones o el 0.28% del portafolio, el cual alcanza más de US$5 mil millones. La ganancia de valor es equivalente al 1% de la exposición de los sectores analizados y es explicada por diferencias en la metodología aplicada a esta clase de activos y en la exposición sectorial del portafolio.

A nivel sectorial, una potencial pérdida de valor neta para el portafolio de acciones estaría determinada, principalmente, por el sector de combustibles fósiles, en particular, por las inversiones en empresas de producción de crudo, mientras que, la ganancia de valor neta para el portafolio de bonos corporativos se explicaría por el sector eléctrico, gracias a las empresas con capacidad de generación hidroeléctrica, que son las que tienen el mayor impacto.

El sector automotriz contribuye negativamente en ambos portafolios, particularmente en el de acciones. La exposición al sector eléctrico en el portafolio de bonos corporativos sobrepasa las pérdidas causadas por las empresas en el sector de combustibles fósiles.

En ambos portafolios, los aportes más relevantes del sector eléctrico surgen de la exposición a la capacidad de dos tipos de energía: hidroeléctrica y energías renovables no convencionales (ERNC).

¿Cuáles son las recomendaciones?

El ejercicio demostró que, al igual que la mayoría de los inversionistas institucionales alrededor del mundo, tanto el portafolio de acciones como el de bonos corporativos de las AFP en Colombia están potencialmente expuestos a los riesgos de transición.

La aplicación de la metodología PACTA mostró que la exposición del portafolio de acciones a las tecnologías y los sectores que podrían verse afectados por la transición es mayor que la del portafolio de bonos corporativos (3.6 veces, en términos de ABG).

La prueba de estrés señaló que el 83.2% de la pérdida de valor del portafolio de acciones de las AFP obedece a la pérdida de valor de los sectores de petróleo y gas, mientras que, la exposición a la producción de vehículos con motores de combustión interna (MCI), aunque baja, contribuye aproximadamente un 9% a la pérdida de valor del portafolio de acciones.

Por otra parte, se pudo evidenciar que las AFP están aprovechando las oportunidades que traerá la transición con las tecnologías bajas en carbono. El 88.2% de las ganancias de valor del portafolio de acciones y el 94.1% de las del portafolio de bonos corporativos, obedecen a las exposiciones en ERNC y energía hidroeléctrica, respectivamente.

Con el objetivo de prevenir la materialización de los riesgos asociados al clima, los inversionistas pueden llevar a cabo diferentes acciones. La implementación de estas depende en gran medida de la estrategia de inversión de cada inversionista; sin embargo, entre las medidas más elegidas por inversionistas institucionales a nivel global, se encuentran:

i.) Realizar propiedad activa/relacionamiento individual o colectivo, con el fin de persuadir a las empresas para que integren el cambio climático en sus estrategias de negocio;

ii.) Reasignar las inversiones directas en empresas del mismo sector con mejor desempeño climático o en compañías de sectores menos intensivos en carbono;

iii.) Reasignar las inversiones pasivas a instrumentos con empresas que tengan un mejor desempeño climático o que excluyan sectores altos en carbono.

Finalmente, el equipo de 2DII, junto con la SFC, y en diálogo con la industria, identificaron las siguientes recomendaciones que cada AFP podría adoptar, de acuerdo con sus estrategias y procesos de inversión:

i.) Divulgar sus procesos para integrar el cambio climático en su toma de decisiones (riesgos, oportunidades, medidas de mitigación);

ii.) Crear grupos de trabajo para compartir prácticas sobre la integración del cambio climático y la aceleración de la acción climática;

iii.) Participar en iniciativas internacionales sobre el cambio climático para aprender de los líderes de la industria, intercambiar mejores prácticas y lecciones aprendidas. Se recomiendan las iniciativas que abordan temas como descarbonización de portafolios, el relacionamiento o propiedad activa y divulgación de información;

iv.) Monitorear en el tiempo la exposición de los portafolios a los riesgos relacionados con el cambio climático;

v.) Continuar realizando actividades de monitoreo y debida diligencia sobre los administradores de las inversiones;

vi.) Comunicar a sus beneficiarios cómo se están abordando los posibles riesgos relacionados con el cambio climático como parte de su deber fiduciario.