Para acelerar la adopción de energías limpias y otras infraestructuras sostenibles con la suficiente rapidez como para evitar los peores impactos del cambio climático se necesitarán billones de dólares en nuevas inversiones, probablemente en torno a los US$100 billones.
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Bloomberg Opinión — La batalla por el cambio climático está poniendo a prueba una vieja máxima: donde hay voluntad, hay un camino. La cumbre climática COP26 en Glasgow ofrece razones para esperar que se demuestre que es correcta, particularmente en lo que respecta a un desafío que está en el corazón del problema: financiar la transición global hacia la energía limpia.

Ya no hay dudas sobre la voluntad. Hoy en día, más de dos tercios del producto interno bruto mundial está cubierto por algún tipo de compromiso para alcanzar emisiones netas cero. Convertir estos compromisos en acciones reales es el enfoque de la COP26. Y aunque gran parte de la atención durante y después de la conferencia se centrará en los gobiernos nacionales, el hecho es que no pueden hacerlo solos.

Para acelerar la adopción de energías limpias y otras infraestructuras sostenibles con la rapidez suficiente como para evitar los peores impactos del cambio climático, se necesitarán billones de dólares en nuevas inversiones, probablemente en torno a los US$100 billones. La mayor parte tendrá que provenir del sector privado, sobre todo después del enorme coste que la pandemia ha supuesto para los presupuestos gubernamentales. Esto es especialmente cierto en los mercados emergentes y los países en desarrollo, donde la necesidad de inversión en energía limpia es más aguda.

Las economías en crecimiento muestran una demanda creciente de energía, y si esa demanda se satisface con carbón en lugar de energía limpia, todos pagaremos un costo tremendo: en daños físicos por patrones climáticos más severos, estrés en el suministro de alimentos y agua y aumento en la mortal contaminación del aire.

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Los líderes del sector privado comprenden lo peligrosos y destructivos que pueden ser esos costos. Quieren ayudar a prevenirlos, y no sólo por altruismo. Las empresas y los inversores están muy expuestos a los riesgos del cambio climático y, al mismo tiempo, la carrera hacia las energías limpias y las infraestructuras sostenibles es una gran oportunidad de inversión.

Especialmente en el último año, el número de empresas y países que se comprometen a alcanzar un nivel cero de emisiones netas ha aumentado de forma espectacular. Pero se trata de un territorio desconocido para ellos. No existe un plan estándar para alcanzar el esto, y los métodos para lograrlo varían mucho según el sector. Tampoco hay puntos de referencia universalmente aceptados para definir el progreso, lo que aumenta el riesgo de “greenwashing.”

Son retos cruciales que deben abordarse a medida que las empresas empiecen a convertir sus compromisos en planes. El éxito dependerá en gran medida de la coordinación del sector y de la responsabilidad pública. Hasta hace poco no existía ningún mecanismo para lograr ninguna de las dos cosas.

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También se necesitarán grandes sumas de capital. Cuando el Reino Unido asumió la presidencia de la COP en colaboración con Italia hace unos 18 meses, US$5 billones de activos financieros privados se tenían compromisos de cero neto. Ahora, más de 450 grandes instituciones financieras de 45 países, que controlan activos por valor de más de US$130 billones, se han unido a la Alianza Financiera de Glasgow para el Cero Neto, o GFANZ. La GFANZ es el estándar de oro para los compromisos climáticos, nuestra mejor oportunidad para conseguir rápidamente una ambición creíble y elevada en el sector financiero

Las buenas intenciones, como sabemos, no son suficientes: los caminos hacia lugares más calientes están pavimentados con ellas. Debemos convertir las intenciones en acciones, y la alianza, de la que ahora servimos como copresidentes, está ayudando a lograrlo. Cada miembro se ha comprometido a lograr emisiones netas cero en su cartera de activos y a respaldar sus palabras con acciones. Los participantes de la alianza deben acordar establecer objetivos a corto plazo, incluida su parte justa de reducciones del 50% para 2030, e informar sobre su progreso. GFANZ asegura que cualquier promesa esté en línea con la ciencia sobre el cambio climático y esté anclada en la Carrera hacia el Cero de la ONU.

El trabajo de la alianza incluye un enfoque en la movilización de capital privado hacia mercados emergentes y países en desarrollo para construir infraestructura sostenible y acelerar la transición a energías limpias. Un ejemplo es el primer país piloto de la Iniciativa de Liderazgo en Financiamiento Climático en India, que está ayudando a fortalecer las condiciones locales para la inversión y desarrollar y escalar soluciones innovadoras de financiamiento climático.

La alianza ha instado a los gobiernos a tomar medidas para alcanzar los compromisos de cero emisiones que han asumido. Esto incluye políticas que pongan un precio al carbono y aceleren el fin de los vehículos de combustibles fósiles, planes reales para eliminar gradualmente los subsidios a estos combustibles y la divulgación obligatoria del riesgo climático de acuerdo con las directrices establecidas por el Grupo de Trabajo sobre Divulgación Financiera Relacionada con el Clima (TCFD).

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El éxito del TCFD nos da motivos para ser optimistas en cuanto a que esta alianza puede resultar igualmente influyente y productiva. Hace seis años, asumimos el liderazgo de la TCFD para proporcionar a las empresas, los inversores y los gobiernos más datos y métricas más claras sobre los riesgos y las oportunidades que crea el cambio climático. Por aquel entonces, algunos miembros de la derecha política se oponían a las nuevas obligaciones de información, y algunos de la izquierda política se mostraban escépticos ante la idea de que los mercados pudieran desempeñar un papel significativo en la lucha contra el cambio climático.

Pero al hablar con los líderes del sector privado, especialmente de las finanzas, nos convencimos de que no solo había una gran necesidad de más información y transparencia sobre estos riesgos y oportunidades, sino también un creciente apetito por ella, y eso se ha confirmado.

En 2015, el TCFD creó un marco de recomendaciones de información para ayudar a las empresas a medir los riesgos y oportunidades relacionados con el clima. Desde entonces, el marco ha sido respaldado por más de 2700 empresas, instituciones financieras, organizaciones no gubernamentales y gobiernos de 90 países. Este año, el G-20 aprobó el marco del TCFD como norma mundial para la presentación de informes sobre el riesgo climático. Nueve países han tomado medidas para hacer obligatoria la presentación de informes sobre el riesgo climático utilizando el TCFD como base, y los gobiernos reunidos en la COP reconocen que es una herramienta esencial en la lucha contra el cambio climático.

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Ahora, a medida que los líneamientos del TCFD sigan siendo adoptados por más gobiernos y empresas, nuestra alianza trabajará para establecer normas mundiales que conviertan los compromisos de cero emisiones en acciones concretas, y para medir el progreso y garantizar la responsabilidad pública. Los gobiernos deben establecer una política climática clara y creíble para dar confianza a las finanzas para invertir; las empresas deben desarrollar planes de transición creíbles para atraer capital comprometido al cero neto; y las finanzas privadas deben trabajar con los aspectos prácticos de convertir la ambición en acción en las economías en desarrollo y emergentes.

La alianza está lista para ayudar a entregar los billones de dólares necesarios para financiar la transición hacia un futuro verde. Pero necesitamos que otros actúen en concierto. Los gobiernos deben establecer una política climática clara y creíble para dar confianza a las finanzas para invertir; las empresas deben desarrollar planes de transición creíbles para atraer capital comprometido a cero neto; y las finanzas privadas deben trabajar con los aspectos prácticos de convertir la ambición en acción en las economías en desarrollo y emergentes.