Donald Trump
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Bloomberg Opinión — La nueva empresa de medios sociales de Donald Trump anunció el sábado que la compañía de cheques en blanco que creó para monetizar el impulso digital y político del expresidente ha recaudado US$1.000 millones, sin identificar a los miembros del “diverso grupo de inversores institucionales” que lo respaldan.

Trump, un capo de la desinformación exiliado de las principales plataformas de medios sociales, ha posicionado a su delicada startup, Truth Social, como un vehículo para luchar contra la “censura y la discriminación política” y la “tiranía de las Grandes Tecnologías.” También es una forma conveniente de que Trump continúe el trabajo de su vida: separar a los inversores y a los fans de sus carteras lanzando promesas que rutinariamente no cumple.

Sin duda, a algunos inversores ya les ha ido bien en esta farsa. Cuando el Trump Media and Technology Group anunció en octubre que utilizaría Digital World Acquisition Corp (DWAC), una sociedad de adquisiciones con fines especiales (o SPAC por sus siglas en inglés) para salir a bolsa, las acciones de la SPAC se dispararon de US$9,96 por acción a US$94,20 en dos días. Desde entonces, las acciones se han estabilizado en US$44,97, pero los fondos de cobertura y otros que compraron en DWAC antes de tiempo han disfrutado de un buen rendimiento.

Por otro lado, la única empresa que cotiza en bolsa que ha gestionado Trump, su malograda apuesta por los casinos, dio múltiples vueltas por la quiebra, quemando a inversores, bancos y empleados por el camino y dejando tras de sí una inquietante colección de cráteres en Atlantic City. Trump, respaldado por su padre, sobrevivió a ese hundimiento, pero solo otros pocos lo hicieron. Trump Media y Truth Social ya han desplegado algunas banderas rojas. Planean abrir sus puertas a principios del próximo año, pero, como ha señalado mi colega Matt Levine, lo hacen sin un plan de negocio detallado ni proyecciones financieras. Trump Media tampoco ha completado su fusión con DWAC ni ha realizado las declaraciones de valores asociadas. Y las SPACs han tenido un historial deficiente hasta ahora, con un rendimiento inferior a las ofertas públicas iniciales más estándar.

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Así que, caveat emptor (cuidado por parte del comprador, en latín).

Pero hay otra preocupación más importante en todo esto. Trump es un antiguo ocupante del Despacho Oval y es probable que presente otra candidatura presidencial en 2024. Ya tuvo en sus manos el aparato de seguridad nacional en una ocasión y es posible que vuelva a hacerlo. Las identidades de los inversores que acaban de entregarle US$1.000 millones son interesantes porque cualquiera que pueda comprar su camino a la gracia de Trump poniendo una bolsa de dinero en su escritorio podría influir en la política pública, lo que convierte a Trump en una amenaza para la seguridad nacional.

¿Qué podría significar, por ejemplo, que países como Arabia Saudita u otros del Medio Oriente hayan decidido invertir en su empresa? No es una pregunta totalmente hipotética.

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El exsecretario del Tesoro Steven Mnuchin lanzó recientemente una empresa de inversión, Liberty Strategic Capital, con financiación del gobierno saudí y otros países de la región del Golfo Pérsico. Mnuchin cortejó de cerca a esos mismos países cuando era uno de los reguladores financieros más poderosos de Estados Unidos en la administración Trump, pero evitar los conflictos de intereses financieros nunca fue una prioridad para Mnuchin, Trump y muchos otros en ese equipo.

La administración Trump consintió a Arabia Saudita incluso después de que salieran a la luz pruebas de que el país orquestó el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Mnuchin se reunió personalmente con el príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman después del asesinato. Bin Salman es presidente del fondo saudí que ha invertido en Liberty Strategic Capital. La Casa Blanca de Trump también se desvivió por apoyar los acuerdos de armas con los saudíes y los Emiratos Árabes Unidos, a pesar de la oposición del Congreso, y respaldó públicamente a ambos países en sus polémicas intervenciones en la guerra civil de Yemen.

Jared Kushner, yerno de Trump y enviado especial a Medio Oriente cuando era un alto asesor de la Casa Blanca, también está intentando abrir una empresa de inversiones, con oficinas en Estados Unidos e Israel. Al parecer, ha atraído el interés de los saudíes para su nueva empresa, aunque se dice que Qatar y los Emiratos Árabes Unidos han pasado. Tal vez vuelvan a circular si la proximidad de Trump a la Casa Blanca aumenta.

El propio Trump ya ha estado luchando por reducir los más de US$1.000 millones de deuda que pesaban sobre sus propiedades inmobiliarias y de complejos turísticos golpeados por una pandemia, cuando perdió las elecciones presidenciales en 2020. Recientemente acordó vender su preciado pero deficitario hotel de Washington por US$375 millones, lo que proporcionaría a la Organización Trump una ganancia de US$100 millones, según el Washington Post. Ese dinero ayuda, sobre todo, a pagar al menos US$421 millones de deuda que Trump garantizó personalmente y que vence en los próximos años, según el New York Times.

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El endeudamiento de Trump, su dependencia de los ingresos procedentes del extranjero y su negativa a distanciarse auténticamente de su mezcolanza de negocios lo convirtieron en una amenaza para la seguridad nacional como presidente. Esa amenaza resurgirá si se presenta a la reelección en 2024.

Mientras tanto, y con Trump todavía a la caza de efectivo, los US$1.000 millones que acaba de recaudar a través de una “inversión privada en capital público” (o PIPE por sus siglas en inglés) deben ser una feliz noticia para el expresidente. Después de todo, es un múltiplo significativo de los US$293 millones que DWAC recaudó cuando salió a bolsa en septiembre. Tal vez esos US$1.000 millones sean simplemente una señal de que algunos inversores creen que Truth Social va a ser un gran éxito. O tal vez están comprando el acceso a Trump. En cualquier caso, averigüemos quiénes son.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Andrea González