Entre el optimismo ciego y el escepticismo amargo: claves para invertir

¿Cómo lograr mantener el equilibrio entre la emocionalidad y la razón a la hora de tomar decisiones de inversión?

Fotografía Kiyoshi Ota/Bloomberg
19 de diciembre, 2021 | 04:00 AM

Bogotá — Todos los días, las semanas, los meses y los años, los mercados vienen acompañados por fases de éxtasis y de pánico, y esta es su naturaleza.

Muchas noticias nutren dichos sentimientos, pero es justamente esta complejidad la que marca la importancia de una buena gestión de la riqueza.

“Esto exige a cualquier inversionista pensar de una manera diferente, un poco más productiva, más creativa y racional; pensar desde un ángulo diferente que no se sitúe en el miedo ni en el favoritismo; pensar sin optimismo ciego y sin escepticismo amargo”, asegura Arnoldo Casas, director de Inversiones de Asset Management, en Credicorp Capital.

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En este punto, la pregunta que surge es ¿cómo lograr mantener el equilibrio entre la emocionalidad y la razón a la hora de tomar decisiones de inversión?

Aunque la respuesta no es genérica y tampoco pretende ser una receta para el éxito que pueda ser seguida paso a paso, existen dos elementos esenciales: información suficiente y control sobre las propias emociones.

En primer lugar, la información suficiente sobre la rentabilidad pura de los activos debe ser el eje central de las decisiones de movimiento de capital.

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Si hablamos de inversiones en renta fija, es simple, las tasas de interés en conjunto con la probabilidad de que el prestamista honre su obligación.

Mientras que, si hablamos de empresas y proyectos, los dividendos futuros y el crecimiento probable de las utilidades serán el factor decisivo. Cualquier rendimiento adicional es especulativo.

En segundo lugar, el control de las propias emociones, debido a que estas no son sólo inevitables, sino indispensables para la toma de decisiones.

Por esto, más allá de buscar darle vida a un modelo ideal de decisión que esté ausente de emociones hay que comprender el tipo de impacto que estas tienen con el fin de disminuir sus efectos negativos en las inversiones, y potenciar los positivos.

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En todo caso, y dada la dificultad que este ejercicio puede representar, el inversionista también tiene la posibilidad de delegar la administración de su riqueza a equipos especializados.

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Así, no solo contará con un conjunto de profesionales que lo ayudarán a tomar las mejores decisiones de inversión, sino que además podrá aprovechar las oportunidades de su interés (emocional) sin el riesgo de que la pasión le juegue una mala pasada.

Así pues, el momento para comenzar a tomar decisiones responsables con respecto a la gestión de nuestra riqueza es ahora. Para esto, recuerde que la clave siempre estará en mantenerse entre el optimismo ciego y el escepticismo amargo.