Hasta ahora 2022 se parece mucho a 2020, pero con mejores mascarillas
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Bloomberg — Predecir cómo se comportará el Covid-19 en el futuro sigue siendo notoriamente difícil. Predecir cómo reaccionarán los humanos es mucho más fácil, ya que la historia puede servir de guía.

Uno de los artículos más premonitorios que se han escrito sobre el futuro de la pandemia fue el de Gina Kolata en el New York Times de mayo de 2020, titulado “How Pandemics End” (Cómo terminan las pandemias), en el que historiadores de la medicina describen las reacciones de la sociedad ante el ébola, la peste bubónica y la pandemia de gripe de 1918. Hay un final biológico de una pandemia, cuando los casos y las tasas de mortalidad disminuyen, y un final social, cuando la gente se cansa de tener miedo, acepta un cierto riesgo y reanuda la vida social y comercial. El final social a veces llega primero.

Después de dos años de vivir con el Covid-19, no sorprende que muchas personas tengan mucho menos miedo al virus y estén ansiosas por volver a una existencia más normal. La gente quiere una palabra para describir el futuro mejor que imaginamos. En 2020, hablamos sobre la inmunidad colectiva. En 2022 diremos “endémica”.

Las esperanzas de la inmunidad de rebaño se desvanecieron cuando la variante delta se extendió a través de las poblaciones vacunadas, y ómicron empujó esa esperanza aún más lejos. Así que “endémico” se puso de moda. Un público cansado necesita la muleta emocional, aunque es una muleta inestable, ya que incluso los expertos no se ponen de acuerdo sobre su significado.

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El biólogo de la Universidad de Oxford Aris Katzourakis ha argumentado que el término endémico se utiliza de forma engañosa para dar a entender que la pandemia terminará sin más esfuerzo por nuestra parte. En un artículo para Nature titulado “Covid-29: Endemic Doesn’t Mean Harmless” (Endémico no significa inofensivo) lo calificó como uno de los términos peor utilizados de la pandemia.

Dijo que el término endémico se refiere a un estado en el que el número total de infecciones no disminuye ni aumenta, aunque una enfermedad de esta naturaleza puede tener grandes fluctuaciones estacionales predecibles. Y las enfermedades endémicas pueden ser mortales y perturbadoras. Los resfriados son endémicos, pero también lo es la malaria, que mata a 600.000 personas al año. “Puede ser endémico y de baja prevalencia o endémico y de alta prevalencia y puede ser dañino o no dañino y aún así ser endémico”, dijo.

Una enfermedad endémica no siempre es duradera. Una enfermedad como la gripe puede ser pandémica o endémica. Cuando las nuevas cepas saltan desde los animales, la gripe puede causar una pandemia, como lo hizo el H1N1 en 2009. Pero ahora esa misma gripe se ha estabilizado y se considera endémica. El mismo virus puede ser descrito de una u otra manera dependiendo de su comportamiento en ese momento.

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“Endémica” no significa que es hora de volver a la normalidad. “La endemicid no es una promesa de seguridad. En cambio, como ha argumentado la epidemióloga Ellie Murray, es una garantía de tener que estar en guardia todo el tiempo”, escribió recientemente la periodista Maryn McKenna en Wired.

Pero la gente no estará en guardia todo el tiempo. Algunos seguirán en un estado de ansiedad perpetua. Otros hace tiempo que volvieron a la vida ordinaria y a otras preocupaciones. Pero eso no es motivo para pensar que la lucha contra este virus está llegando a su fin.

Lo que las autoridades de salud pública pueden hacer ahora es aplicar dos años de aprendizaje para imponer medidas que sean humanas, sostenibles, que salven vidas y protejan contra nuevas variantes. Un paso es fabricar más y mejores vacunas, así como medicamentos antivirales, y llevarlos a partes del mundo con escasa vacunación. Aunque existe cierto desacuerdo sobre cómo surgen las nuevas variantes, el principal sospechoso son las personas no vacunadas con afecciones como el VIH sin tratamiento suficiente, donde el virus puede multiplicarse y evolucionar durante semanas o meses.

Los nuevos protocolos de pruebas rápidas podrían proteger las residencias de ancianos y hacer más seguros los hospitales y consultorios médicos. Los trabajadores asalariados de todo el mundo necesitan mejores bajas por enfermedad y los trabajadores por cuenta ajena, una red de seguridad. Es algo que la médica Muge Cevik, de Reino Unido, lleva defendiendo desde la primavera de 2020, cuando vio cómo muchas personas con enfermedades graves no podían faltar al trabajo ni siquiera unos días.

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Avanzar hacia edificios más sanos y con buena ventilación podría evitar enfermedades y muertes, como viene defendiendo Joseph Allen, de la Universidad de Harvard. Después de defender el uso universal de mascarillas al principio de la pandemia, me dijo el pasado otoño que tenemos que empezar a buscar soluciones que puedan mantenerse y que tengan múltiples beneficios.

Otro investigador de la Escuela de Salud Pública de Harvard, William Hanage, ha argumentado que es posible que no veamos una cantidad constante y predecible de enfermedades durante algún tiempo. Para prepararnos para un futuro con más olas y calmas, necesitamos una mejor vigilancia y datos.

Los datos sobre aumentos repentinos y brotes podrían ser más uniformes, confiables y accesibles, como ha argumentado el médico e investigador Eric Topol. La gente tomaría precauciones cuando fuera más urgente. No es realista esperar que las personas cambien sus vidas para evitar la infección indefinidamente.

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No sabemos cómo actuará el virus en el futuro, pero hay una larga historia que nos dice cómo actuará la gente. Tanto si utilizamos el término “endémico” como si encontramos algún otro para describir la fase posterior a la crisis de Covid-19, hay formas de mantener la lucha con medidas destinadas a proteger a los seres humanos tal y como somos, y siempre hemos sido, en lugar de una versión idealizada que los funcionarios de salud pública desearían que fuéramos.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Estefanía Salianas Concha.